jueves, 6 de julio de 2017

Shoá Fragmentos y Reflexiones,





SHOA: FRAGMENTOS Y REFLEXIONES*
Marta Garsd, M.A.
(Traducción: Prof. Inés Sánchez)

INTRODUCCION

Las últimas tres décadas han sido prolíficas en homenajes y documentaciones
visuales sobre el Holocausto,1 desde exhibiciones virtuales en Internet de
pinturas de sobrevivientes de campos de concentración hasta los trabajos de
artistas tan diversos como Anselm Kiefer, Haim Maor y Art Spiegelman. En el
umbral de un nuevo milenio, el problema ya no es mantener vivo el recuerdo
del Holocausto sino, cómo seguir haciéndolo y con qué fin.
Eugenia Bekeris (1947), primera generación argentina de origen judío,
aborda el Holocausto como un evento global de consecuencias
transgeneracionales.


Los relatos de sus familiares directos y lejanos son fragmentos dispersos de
una de las grandes tragedias de la historia contemporánea. El nazismo estuvo
más cerca de los judíos que vivían en Argentina de lo que algunos argentinos
desearían admitir. Sólo últimamente el periodismo y las algunas
organizaciones rompieron el silencio acerca de la relación entre los nazis y
el poder político y económico de Argentina durante y después de la Segunda
Guerra Mundial. Aunque los judíos están integrados en todos los aspectos de
la vida de ese país, hay allí una larga historia de antisemitismo puesta en
evidencia durante la dictadura de 1976-1982.2 Las bombas a la Embajada de
Israel y a la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), en 1992 y 1994
respectivamente, los ataques terroristas internacionales más sangrientos que
los argentinos hayan presenciado, siguen siendo heridas abiertas porque aún
no se ha hecho justicia. Actualmente, muchos judíos argentinos padecen
formas sutiles de autosegregación por temor a nuevas agresiones. La mayoría
de las sinagogas y escuelas judías no exhiben nombres identificatorios en
las fachadas de sus edificios. Algunas instituciones judías bloquean el
acceso directo desde la calle con barreras de hierro o concreto, incluyendo
a la recientemente reconstruida AMIA, escudada detrás de un muro de tres
metros de altura. Este es, a grandes rasgos, el contexto para comprender la
obra de Bekeris
A través del Holocausto, Bekeris contribuye también a reflexionar sobre los
aspectos universales de otros actos genocidas ocurridos después de la
Segunda Guerra Mundial relacionando el Holocausto de la era nazi con la
larga historia de odio, prejuicio y fanatismo del hombre. La deshumanización
de las víctimas de guerra o de persecuciones y la necesidad de preservar su
identidad humana es central en el trabajo de Bekeris. Quienes están
familiarizados con la historia argentina reciente no podrán evitar
relacionar estos hechos con la así llamada "guerra sucia" entre el estado
argentino, representado por los militares, y la izquierda política. La
persecución y masacre de grupos étnicos es también una penosa realidad en
Europa al momento de escribir esta nota.
Shoa: Fragmentos y Reflexiones nos refiere a la identidad como un derecho
humano, en particular, en un momento crucial de la vida, la infancia. Trata
también sobre la memoria. Los recuerdos, después de todo, definen la
identidad. Hay actualmente varios proyectos importantes, públicos y
privados, tendientes a conmemorar algunos de los eventos traumáticos de
Argentina mencionados anteriormente.3 A medida que se desarrollan estos
espacios públicos y museos, es fácil olvidar que la memoria autobiográfica y
la conciencia crítica de algunos artistas precedieron los esfuerzos
colectivos.4 Esta exhibición es también un recordatorio de esa realidad.




El Secreto: Resuene la Verdad

"No one has the right to speak for the dead ...Still, the story had to be
told. In spite of all risks, all possible misunderstandings. It needed to be
told for the sake of our children."
Elie Wiesel.5

"Works of art are not only socially valuable...They are also creations
which, as such, are not simply projections of the artist´s conflicts, but
the sketch of their solutions. Dreams look backward, toward infancy, the
past; the work of art goes ahead of the artist; it is a prospective symbol
of his personal synthesis and of man´s future."
Paul Ricoeur.6


Los sobrevivientes y testigos del Holocausto, junto con sus familiares, han
transferido a sus hijos el peso de la tragedia, educándolos en la negación,
o por el contrario, exponiéndolos excesivamente a penosos recuerdos. Según
algunos autores, los niños a quienes se les contó más de lo debido sintieron
un dolor magnificado, pero el legado no fue más leve para aquellos que
ignoraron la tragedia familiar. Ellos tuvieron que emerger y reconstruir
parte de su identidad, a menudo, enfrentando el desdén de la comunidad
judía. Las secuelas transgeneracionales de los traumas del Holocausto, el
saber demasiado o muy poco, encontraron su modo de expresión en un género
vigoroso: la narrativa y el arte post-Holocausto.7 La obra de Eugenia
Bekeris, El Secreto, es parte de un corpus de trabajos realizados por
artistas que, por una razón u otra, crecieron en la ignorancia de su propia
historia.
Eugenia es la hija mayor de una pareja judía de Hungría y Lituania. Su madre
dejó Hungría en 1939, junto con otros jóvenes, estableciéndose en Bolivia.
En 1945, se radicó definitivamente en Argentina. Su padre llegó a Argentina,
desde Brasil, después de numerosos cambios de residencia. Los Bekeris no
hablaron a sus hijos sobre el destino de los parientes que en Hungría y
Lituania padecieron de inanición y enfermedades en el gueto de Budapest, el
campo de exterminio de Turkheim, Alemania, y probablemente en el gueto de
Kovno en Lituania.8 Como muchos otros sobrevivientes de familias asesinadas
por los nazis, los padres de Eugenia guardaron en silencio su pasado. Sólo
en su juventud Eugenia pudo penetrar el nebuloso territorio de los recuerdos
familiares.9
Según el escritor israelí Savyon Liebrecht, el silencio de algunos
sobrevivientes del Holocausto incentivó la imaginación de los niños que, por
necesidad, se vieron obligados a completar con situaciones y personajes
ficticios los espacios carentes de rostros e historias familiares.10 Eugenia
demostró una temprana inclinación artística y un especial talento para el
dibujo, pero un tardío florecimiento, pues no comenzó su carrera como
artista y diseñadora escenográfica hasta principios de la década del
ochenta. Alrededor de esa época, comenzó a hacer máscaras como formas de
arte en sí mismas y también como soporte escenográfico para obras de teatro
y danza. Bekeris fue una pionera en realización de máscaras, forma de arte
relegada en Argentina, y exhibió sus creaciones en importantes instituciones
culturales locales. La máscara, un elemento de encubrimiento, pero también
un medio para expresar sentimientos ocultos, surgió tempranamente en su
carrera como síntesis personal de sus propias experiencias personales.
En 1987, Bekeris comenzó a trabajar en El Secreto, una producción multimedia
que consiste en un libro, un video y una instalación. El Secreto se exhibió
ocho años después en el Centro Cultural Recoleta, en Buenos Aires. En 1998
la documentación fotográfica del trabajo original fue expuesta en distintos
lugares.11 El título (que Bekeris desearía ahora reemplazar por El Silencio)
se refiere claramente a la incapacidad o renuencia de sus padres a hablar de
un pasado doloroso. El Secreto consiste en aproximadamente 200 máscaras y 40
torsos, moldes tomados de modelos vivos, montados sobre las paredes de un
espacio oscuro de 60 m2 que semeja una cripta. La confección de las máscaras
y partes de cuerpos para la instalación fue parte de una ceremonia de duelo
mediante la cual Bekeris se reencontró con conexiones familiares destruidas.
El ritual fue, en sus propias palabras, "una exhumación y entierro
metafórico de sus parientes y un renacimiento de sí misma."12
En un sentido metafórico, las máscaras son mortuorias, las más antiguas
formas del retrato.13 Así, la instalación de Bekeris es una respuesta
estética al "síndrome de la tumba ausente" que aflige a los familiares de
las víctimas desaparecidas cuando enfrentan la ausencia de lápidas
individuales.14 El artista israelí Maor también trabajó con la necesidad de
"sellar un ciclo de duelo, aún inconcluso," mediante la creación de una
instalación de tablones de madera que semejan tapas de féretros con retratos
borrosos del mismo artista y de su familia perdida.15
Bekeris estructuró su instalación alrededor de dos conceptos principales:
espacio cerrado e identidad humana (Figs 1-4). La escritora Helen Epstein
usó la expresión "caja de hierro" para describir el lugar psíquico, secreto
e impenetrable donde sus padres enterraron recuerdos del Holocausto.16
Quizás el aspecto más perturbador en la instalación de Bekeris es la
sugerencia de un espacio cerrado de dimensiones inimaginables de donde
emergen 200 rostros con sus ojos cerrados. Sus máscaras fueron metáforas
adecuadas para simbolizar los conflictos internos de Bekeris, también
sirvieron como vehículos para restaurar la identidad humana de aquellos que
se desvanecieron en el polvo sin dejar rastros. Uno de los significados de
la palabra persona, en latín, es precisamente, "alguien que habla a través
de una máscara." Las máscaras en El Secreto son también instrumentos para
que la verdad silenciada "resuene" (personare en latín).
En el contexto del judaísmo, la obra de Bekeris puede generar controversias,
ya que infringe el iconoclasmo bíblico (Deut. IV: 16-18). Además, la
utilización de un material primario y en forma de polvo, para dar forma a
torsos y rostros, puede resultar inquietante en el contexto de la narración
bíblica sobre la creación divina y las fuerzas espirituales inherentes a la
tierra (Génesis). Por cierto, la prohibición religiosa de realizar escultura
figurativa data de la dominación romana, cuando las únicas imágenes
prohibidas en círculos judíos ortodoxos eran esculturas del cuerpo humano.
En el año 66 D.C. se promulgó una ordenanza prohibiendo toda representación,
aunque posteriormente hubo una actitud un poco más liberal, si bien,
intermitente. Sin embargo, según la evidencia de ruinas encontradas en
Palestina del siglo III D.C. en adelante, las sinagogas algunas veces
estaban decoradas con máscaras humanas y esculturas que representaban
animales. Formas humanas, toscamente modeladas, se encontraron en las
catacumbas de Beth Sheari, en Galilea. La famosa sinagoga de Dura Europos,
sobre el Eufrates, que exhibe con gran riqueza visual la crónica del pueblo
elegido y su pacto con Dios, es también un vivo ejemplo de una actitud más
flexible hacia la representación de la figura humana.17 De todas formas, el
mensaje esencial del arte de Bekeris no puede entenderse en el marco del
antiguo mandato contra la representación de la figura humana. Es pertinente
recordar aquí que Bekeris, que no recibiera una educación judía, aprendió
los métodos del arte figurativo moderno y concibió y construyó El Secreto
fuera de toda preocupación religiosa.
Simultáneamente a la preparación de su instalación, Bekeris escribió un
catálogo, que es una narración privada, ilustrada con fotografías de sus
parientes perdidos. Entre 1997 y 1998 viajó a Polonia y Lituania donde
visitó varios campos de concentración y archivos judíos. Con celo
arqueológico reunió material visual y textual, fragmentos existentes de la
presencia de sus familiares en los lugares donde vivieron y murieron. El
trabajo de Bekeris no puede ser plenamente comprendido sin su peregrinaje
personal y sin ese libro testimonial, pieza conmemorativa en sí misma. El
Secreto surge, entonces, como una performance ritual en tiempo y espacio.
Actualmente, Bekeris participa activamente como artista y crítica en varios
proyectos internacionales relativos a la memoria del Holocausto. Ahora que
su rol intermediario en el proceso familiar ha completado su ciclo, Bekeris
enfrenta un desafío tal vez mayor: introducir nuevos puntos de vista cuando
se recuerda el Holocausto y, al mismo tiempo, resistir la necesidad de
cerrar definitivamente las viejas heridas.


CONCLUSIÓN

Eugenia Bekeris presenta el Holocausto antes y después de la "solución
final" nazi. . La sombra del Holocausto permanece para aquellos que, como
Bekeris, nacieron en la década del cuarenta de padres sobrevivientes. . El
trabajo de Bekeris es un símbolo poderoso de cómo los hijos preservan la
memoria de sus mayores. En sus aspectosl más optimistas el arte de Bekeris
nos habla de compasión, imaginación, coraje, y honestidad. El mensaje es de
una relevancia ineludible pues el fanatismo racial, religioso y nacional, de
una manera u otra, nos afecta a todos.


*Este ensayo fue originalmente publicado en inglés y polaco en Eugenia
Bekeris/Perla Bajder. Shoa: Fragmentri y przemyslenia SeKret/Anexs 99,
catálogo de exhibición, Septiembre - Octubre 1999, Cracovia: Fundacja
Judaica. Marta Garsd M.A. (traducción: Prof. Inés Sánchez).
1 En esta traducción se ha utilizado el término "Holocausto," en vez de
"Shoa." "Genocidio" se refiere a la exterminación sistemática de grupos
nacionales, raciales o religiosos, según la definición del término de la
O.N.U. (1948).
2 Para una breve discusión del antisemitismo en Argentina ver Tomás Eloy
Martínez, "Por un país sin guetos," en El sueño argentino, Buenos Aires:
Planeta, 246-49. Uki Goñi (Perón y los alemanes: La verdad sobre el
espionaje nazi y los fugitivos de Reich, Buenos Aires: Sudamericana, 1999)
ha discutido la relación entre el poder político en Argentina y los nazis
durante y después de la Segunda Guerra Mundial. El libro Nunca Más: Informe
de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Buenos Aires:
Eudeba, 1984, 69-75) expone el antisemitismo, la tortura y otras violaciones
a los derechos humanos en Argentina entre 1976 y 1982.
3 Las dos hectáreas del "Parque de la Memoria" en Buenos Aires, frente al
Río de la Plata, recordarán a las víctimas del Terrorismo de Estado en
Argentina, así como también a quienes murieron en el ataque terrorista a la
AMIA. Se está construyendo una plaza de esculturas en el predio que antes
ocupaba la Embajada de Israel. Para fines de 1999 está prevista la
inauguración del Museo de la Shoa con el auspicio de la Fundación Memoria
del Holocausto, en un edificio donado por el gobierno argentino.
4 Mauricio Lasanski (nac. en Argentina en 1914, nacionalizado ciudadano
norteamericano en 1952) fue uno de los primeros artistas argentinos que
pintó imágenes relacionadas con el Holocausto a fines de la década del
cuarenta. En 1966 realizó una serie de treinta dibujos de gran formato de
generales uniformados, con cascos, cuyas caras eran calaveras, niños
gimiendo y víctimas vejadas mostrando el horror del nazismo. Ver Luis R.
Cancel y colaboradores, The Latin American Spirit: Art and artists in the
United States: 1990, 1970, Nueva York: Museo de Arte de Bronx, 1988, 206.
5 Ver Ronnie S. Landau, The Nazi Holocaust, Chicago: Ivan R. Dee, 1992, 3,
197.
6 Freud and Philosophy: An Essay on Interpretation, New Haven y Londres:
Yale University Press, 1970, 175.
7 Efraim Sicher (In the Shadow of History: Second Generation of Writers and
Artists and the Shaping of the Holocaust, Judaism, spring 1998, 47: 2:EBSCO
Full Text Elite. CD-ROM. EBSCO Publishing, Marzo 1999) presenta un panorama
exhaustivo del arte y la literatura post-Holocausto.
8 Algunos de estos hechos fueron confirmados por documentación oficial
enviada a su madre poco después de finalizada la guerra. Bekeris también
verificó la información sobre el destino final de sus familiares en el
cementerio judío de Budapest y en el Registro Municipal de Kovno. Además
recibió valiosa información en un encuentro con su prima segunda, que vive
en Estocolmo, cuyos padres fueron salvados por Raoul Wallenberg (Bekeris en
comunicación personal con la autora, Junio 10, 1999).
9 Bekeris en comunicación personal con la autora (Abril 15 y Junio 3, 1999).
10 Sicher, In the Shadow of History.
11 Museo Majdanek, Polonia, Instituto Goethe, Buenos Aires, y Auge, una
fundación privada judía, Mendoza, acompañando una conferencia de Raquel
Hodara de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
12 La artista en una carta a la autora, Abril 15, 1999. Ver también El
Secreto, catálogo exhibición, Centro Cultural Recoleta, 1995, 3.
13 Bekeris utilizó una técnica milenaria para hacer sus máscaras que
consiste en sumergir capas de lienzo en estuco. Ver Carole Sivin,
Maskmaking, Worcester, Mass, Davis Publications, 1986, 9-10.
14 Ver James E. Young, Germany´s Vanishing Holocaust Memories, Judaism,
(Fall 1994) 43: 4: EBSCO Full Text Elite. CD-ROM. EBSCO Publishing, Marzo
1999.
15 Haim Maor, cat. exh., Galería de Arte Avraham Baron, Universidad
Ben-Gurion de Negev, 1994. Ver también la descripción de la pieza conceptual
Two Thousand One Hundred and Sixty Stones: A Monument Against Racism del
artista alemán Jochen Gers, instalada y representada en Saarbrucken,
Alemania (Young, "Germany´s Vanishing Holocaust Memories").
16 Sicher, In the Shadow of History. Es interesante señalar que Bekeris, que
no ha leído la obra de Epstein, inicialmente intentó construir una caja de
hierro oxidada y sellada para exhibir sus máscaras.
17 Ver Harold Osborne, ed. The Oxford Companion to Art, Oxford University
Press, 1970; H.W. Janson, "History of Art," Nueva York : Harry N. Abrams,
1991, 252-53; y Gabrielle Sed-Rajna, Jewish Art, Nueva York: Abrams, 1997.

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